lunes, 20 de mayo de 2013

El sendero de la razón(Curso de O. de la Mata y B. Balaguer en Alcoi)



                El polideportivo está rodeado por una naturaleza verde y frondosa, fruto de la riqueza interior de las sierras de Aitana y Mariola que las pasadas lluvias han vuelto exuberantes, con ese espíritu entramos en el tatami.
                El curso lo comenzó El maestro Bruno, con el tradicional Mokuso (acción de calma interior), que te prepara a ser consciente interna y externamente al mismos tiempo y a conservar la tranquilidad de la mente dentro del movimiento, armonizando respiración y mente.
                Siguió y ese fue el fundamento de su clase con ikkyo, dejando claro que cada ikkyo es diferente al anterior, que se deben de ejecutar como un vacío sereno, como una hoja de papel en blanco, con el espíritu del hibi shoshon (espíritu del principiante renovado día a día), un mundo de sobriedad y serenidad que te invite cuando la ejecutes a la estoicidad y a la acción sin precipitación.
                En ikkyo el de-ai es fundamental, pues en el momento del encuentro se ha de tener una plena consciencia de nuestro centro y el del adversario, para que no exista conflicto, provocando en el momento adecuado la renuncia a toda lucha, gracias a la sugestión infinita que produce el vacío.
                Siguió la clase Octavio de la Mata, centrándose en la técnica, que en Aikido es la que crea la armonía a partir del conflicto, recrea la unidad a partir de la dualidad. Nos propuso manejar la técnica con lucida intuición en un concepto de unidad, de interrelación con cuanto nos rodea, en una concepción original y atávica que va más allá del pensamiento y lo transforma en pura energía en movimiento.
                Para conseguirlo, hemos de consentir que el ataque penetre y domine nuestro cuerpo, exigiendo una capitulación completa del yo (en este punto incidió varias veces durante el curso) y de nuestra mente, permitiendo que el cuerpo se entregue a esa invasión para luego redirigirlo con un virtuosismo técnico basado en movimientos biomecánicos, unidos al centro de gravedad y al eje del movimiento entre ambos oponentes, con la proyección de una energía potente acumulada en nuestro abdomen inferior, dirigida a un único punto, todo ello coordinando el shin-gi-tai (espíritu-técnica-cuerpo), la unión de lo mucho en la unidad, la visualización práctica del concepto haragei.
                Para lograr todo lo que propuso, dejo claro que hay que conseguir moverse de la forma más eficiente y económica posible. La mente, el cuerpo, los miembros, todos se han de mover como una unidad, conducidos por la intuición, en un estado de no-pensamiento, la mente se convierte en ku (vacío).
                Ambos maestros coincidieron en que en cada técnica, la fusión entre uke y tori se ha de producir creando un lazo de unión material y profundo, con movimientos circulares y a la vez firmes, que transmitan la armonía natural y el poder del vacío, representando un todo armonioso producido por una conjunción de fuerzas. Ese instinto inicial agresivo de choque, es llevado a la unión de dos, creando un todo renovado.
                En definitiva, viendo a los dos maestros, lo que nos ha quedado claro, es que nuestra actitud ha de ser de una simplicidad perfecta y exquisita, recia y serena, que transmitan paz y armonía, sin ningún temor. Que en ese momento, en el murmullo del combate, en la soledad del momento, se ha de oler el aliento del gesto de tu oponente, pues el Aikido es budo y en el budo no hay segundas oportunidades.
                A Bruno nuestro maestro, sólo podemos decirle ¡gracias! y que procuraremos seguir la máxima de ese gran maestro del sable: que el maestro se vuelva aguja y el discípulo hilo, y que los dos entren sin descanso. Esa es la senda del do y ese es el camino que queremos seguir.
                A Octavio nuestro presidente, que no esperábamos una mejor respuesta a nuestra invitación, que su clase fue profundamente didáctica y constructiva, generosa en cuanto a explicaciones y humilde en sus respuestas. Su técnica nos pareció precisa y el enfoque técnico adecuado, su idea de combatir nuestro ego, nos sugiere otro camino, el sendero de la razón.

x Julio Maestre.
                                                                           




                                                 


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