domingo, 11 de mayo de 2014

UN VIAJE HACIA EL INTERIOR



 Este viaje comienza en un bosque elevado y profundo, regado por fuentes frescas y de aire limpio y sereno.
            Una senda nos guía hacía la cresta de la montaña, coronada por una sencilla ermita, primero lugar de peregrinaje de los antiguos íberos, después centro de oración musulmán y por último ubicación privilegiada para las romerías cristianas.
            Su cálido cielo se ve surcado por el vuelo de los imponentes buitres cuya compañía permanece fiel durante todo el viaje. Su vuelo y nuestro caminar fluyen sin tropiezos, como un principio natural y unificador en el que las fuerzas primordiales de la naturaleza nos enseñan que si lo físico perece, lo espiritual se transmuta y permanece.
            Cada paso transforma la naturaleza, y cada aleteo afecta a la atmósfera, es el hálito vital de la Tierra, y también del budo.
            Es un budo que expresa la idea del movimiento de unos elementos en acción constante, basados en la observación permanente de la naturaleza y de los sucesos que en ella se manifiestan: vitalidad, belleza, armonía y paz.
            Rodeados por esas creencias milenarias, meditamos y honramos al compañero caído, cada uno a su manera, pero unidos fuertemente por el férreo vínculo que genera la amistad, porque cuando ésta emerge, surgen verdes paisajes, montañas sinuosas y profundos valles verdeantes, es una vuelta al hombre y un viaje hacia el interior.
            Retomamos el camino y seguimos la senda, que nos indica el rumbo de los vientos y el flujo de las aguas, el barranc del çinc imponente y perfecto a nuestra derecha, nos obligaba a descender, ubicándonos perfectamente entre el abismo y la espesura del bosque, fue llamándome la atención la perfecta hilera de los viejos pinos, el aroma a romero y de la manzanilla incipiente, pero sobre todo la frescura y limpieza del viento.
            Nuestra banal existencia convive con lo eterno, aquello que hemos despreciado nos enseña el camino para sentir y profundizar en la prosaica, y al mismo tiempo majestuosa belleza de la naturaleza, como dijo Osawua en nuestro primer curso, más que el origen del viaje y sus posteriores resultados, lo interesante es el proceso y el valor de la acción, lo que nos obliga a centrarnos en el momento y nos permite desarrollar la percepción del ambiente, a la vez que captar los ritmos de la naturaleza, asumiendo de esa forma una conducta en armonía con los demás y con los flujos de la naturaleza.
            El viaje junto a Jose, fue una síntesis de encuentro, entre lo eterno y lo prosaico, un profundo caminar hacia el interior a través del exterior. Una unión del espacio/tiempo en el que la dualidad nos lleva al equilibrio dinámico de todas las cosas, camino y método, un budo perfecto, junto a nuestro compañero Jose Balaguer.


Julio Maestre

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Fotos encuentro anual del Club

Hola a tod@s;

 

Aqui tenies las fotos del encuentro, gracias a todos y en especial a Chimo que nos a hecho llegar fotos para su publicación.

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Saludos



Examen Kyu infantil

Hola a tod@s;

 

Aqui tenies las fotos de los examenes , gracias a todos los padres que nos las han hecho llegar para su publicación.

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Saludos



sábado, 10 de mayo de 2014

Aite, el "bendito" uke



El mismo día que Alcoi celebraba seguramente su día más grande en todo el año, sensei Jose Mª Martínez nos visitaba para impartir un curso de preparación a 1º y 2º dan en Alicante. Se practicaron técnicas básicas partiendo del shomen uchi, menuchi y tsuki, con unos cambios de ritmo en la práctica que nos pillaron desprevenidos a más de uno, ejercicios muy interesante para todos los futuros aspirantes al nivel dan.

Pero el aspecto que especialmente sensei quiso compartir y desarrollar  junto con nosotros/as fue el sentido del uke y el sentido de sus ataques, sin los cuales no se puede realizar un trabajo realista por parte de ambos.

Cuando trabajamos como tori en el tatami, toda nuestra atención se encuentra afinada y en el entorno, listos para la batalla, nuestra concentración se profundiza, buscamos las sensaciones que nos transmiten nuestros movimientos y la contundencia de las técnicas, al menos es lo que se debería intentar. Sin embargo parece que por arte de magia, cuando se cambia al papel de uke, toda esta precisión y concentración desaparece, la actitud del guerrero se desvanece y simplemente nos dejamos arrastrar por tori esperando que la técnica no sea muy dura y se termine pronto. Esto es un gran error que nos señaló constantemente sensei.

El aikidoka debe llevar consigo esa actitud alerta no solo en el tatami o en el dojo, sino en gran parte de su vida y sus asuntos cotidianos. Del mismo modo, ese espíritu debe mantenerse cuando se trabaja como uke. Sus ataques deben ser totalmente sinceros, y cuando tori ejecute la técnica no debe limitarse a "dejarse llevar", sino que debe sentir que está en un enfrentamiento y su sentimiento debe ser el de querer reponerse para seguir en la lucha, no con brusquedad pero si con sinceridad, atención y contundencia, de la mismísima manera que cuando se trabaja como tori. Uno practica constantemente en el tatami, desde que entra hasta que sale.

Del mismo modo, explicó de forma muy didáctica qué sentido tiene los diferentes ataques como el menuchi, shomen uchi, kata dori,… y un largo etcétera. Muchos de ellos se fundamentan en la época en la que el sable era parte del porte habitual de las castas guerreras, y si uke intentaba desenvainar y cortar, tori debía intentar evitar a toda costa el desenvaine y, si no era posible, el corte consiguiente. Las diferentes técnicas se fundamentan precisamente en esto, como evitar el desenvaine, el corte y finalmente la inmovilización de ese arma letal. Esto fue muy ilustrativo, puesto que es un detalle al que no solemos prestar atención pero que si lo tenemos presente se entiende totalmente el sentido del ataque y el sentido de la técnica y se pueden pulir muchos detalles que de otro modo nos pasarían inadvertidos. Ello lleva a una mayor sinceridad por parte de los dos integrantes de la técnia.

Considerando todo ello, se comprende que la lucha y el desarrollo de la técnica en aikido no es cosa de tori, es cosa de dos. Si uke no ataca con total sinceridad, si no ataca comprendiendo el ataque que está realizando, si no ataca con la intención (controlada) de dañar a tori, ninguno de los dos realizará un buen aikido. Un uke puede trabajar con un espíritu marcial tal que agote en poco tiempo al que debería estar realizando las técnicas y que en teoría debería permanecer fresco, es decir tori.

Por cierto, que siendo así comentó que no deberíamos llamarlo uke (el que recibe) sino aite (el otro, que acompaña, compañero y también oponente), ya que su papel no debe ser el de un mero "receptor" de la técnica sino que debe "formar parte" de la técnica, eso es aikido, unión de la energía, de las dos energías que se enfrentan en igualdad, y en ese caso uno es tori y el "otro" es aite. El Aikido es Budo y el tatami un campo de batalla.


Marco A. Montava



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