El mismo día que Alcoi celebraba
seguramente su día más grande en todo el año, sensei Jose Mª Martínez
nos visitaba para impartir un curso de preparación a 1º y 2º dan en Alicante.
Se practicaron técnicas básicas partiendo del shomen uchi, menuchi
y tsuki, con unos cambios de ritmo en la práctica que nos pillaron
desprevenidos a más de uno, ejercicios muy interesante para todos los futuros
aspirantes al nivel dan.
Pero el aspecto que especialmente sensei
quiso compartir y desarrollar junto con
nosotros/as fue el sentido del uke y el sentido de sus ataques, sin los
cuales no se puede realizar un trabajo realista por parte de ambos.
Cuando trabajamos como tori en el tatami,
toda nuestra atención se encuentra afinada y en el entorno, listos para la
batalla, nuestra concentración se profundiza, buscamos las sensaciones que nos
transmiten nuestros movimientos y la contundencia de las técnicas, al menos es
lo que se debería intentar. Sin embargo parece que por arte de magia, cuando se
cambia al papel de uke, toda esta precisión y concentración desaparece,
la actitud del guerrero se desvanece y simplemente nos dejamos arrastrar por tori
esperando que la técnica no sea muy dura y se termine pronto. Esto es un gran
error que nos señaló constantemente sensei.
El aikidoka debe llevar consigo esa
actitud alerta no solo en el tatami o en el dojo, sino en gran
parte de su vida y sus asuntos cotidianos. Del mismo modo, ese espíritu debe
mantenerse cuando se trabaja como uke. Sus ataques deben ser totalmente
sinceros, y cuando tori ejecute la técnica no debe limitarse a
"dejarse llevar", sino que debe sentir que está en un enfrentamiento
y su sentimiento debe ser el de querer reponerse para seguir en la lucha, no
con brusquedad pero si con sinceridad, atención y contundencia, de la mismísima
manera que cuando se trabaja como tori. Uno practica constantemente en
el tatami, desde que entra hasta que sale.
Del mismo modo, explicó de forma muy
didáctica qué sentido tiene los diferentes ataques como el menuchi, shomen
uchi, kata dori,… y un largo etcétera. Muchos de ellos se
fundamentan en la época en la que el sable era parte del porte habitual de las
castas guerreras, y si uke intentaba desenvainar y cortar, tori
debía intentar evitar a toda costa el desenvaine y, si no era posible, el corte
consiguiente. Las diferentes técnicas se fundamentan precisamente en esto, como
evitar el desenvaine, el corte y finalmente la inmovilización de ese arma
letal. Esto fue muy ilustrativo, puesto que es un detalle al que no solemos
prestar atención pero que si lo tenemos presente se entiende totalmente el
sentido del ataque y el sentido de la técnica y se pueden pulir muchos detalles
que de otro modo nos pasarían inadvertidos. Ello lleva a una mayor sinceridad
por parte de los dos integrantes de la técnia.
Considerando todo ello, se comprende que
la lucha y el desarrollo de la técnica en aikido no es cosa de tori, es
cosa de dos. Si uke no ataca con total sinceridad, si no ataca
comprendiendo el ataque que está realizando, si no ataca con la intención
(controlada) de dañar a tori, ninguno de los dos realizará un buen
aikido. Un uke puede trabajar con un espíritu marcial tal que agote en
poco tiempo al que debería estar realizando las técnicas y que en teoría
debería permanecer fresco, es decir tori.
Por cierto, que siendo así comentó que no
deberíamos llamarlo uke (el que recibe) sino aite (el
otro, que acompaña, compañero y también oponente), ya que su papel no debe ser
el de un mero "receptor" de la técnica sino que debe "formar
parte" de la técnica, eso es aikido, unión de la energía, de las dos
energías que se enfrentan en igualdad, y en ese caso uno es tori y el
"otro" es aite. El Aikido es Budo y el tatami un campo de
batalla.
Marco A. Montava
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