El sábado 13 de octubre estuvo, en su
habitual curso en Alcoy, Javier de María, ya como 6º dan del
Aikikai.
El curso se podría dividir en tres
partes diferentes:
La primera parte la basó en los
ejercicios de aikitaiso, tanto en la forma de realizarlos como en
su significado, así como en la importancia de los mismos a la hora
de realizar las técnicas. La relajación de la parte superior del
cuerpo, las caderas bajas como intentando buscar el suelo y el
movimiento del cuerpo siguiéndolas en cada momento, y todo eso,
acompañado por la respiración. En definitiva, una correcta
alineación corporal, centrado, respiración, extensión y rotación
individuales.
Una segunda parte, centrada
fundamentalmente en el ejercicio-técnico de kokyu-ho. Basado
en una idea, en la que ya llevamos tiempo trabajando, denominada
“control primario”, que tiene que ver con la correcta relación
entre la cabeza y las vértebras cervicales, de forma que la columna
debe estar erguida de forma natural y el cuello libre de presión, no
fijo. Para conseguir este último punto, los omóplatos han de estar
relajados y conseguir que funcionen como un péndulo, sin tensiones
que los bloqueen. Esto es fundamental para conseguir la relajación y
libertad de movimientos que son imprescindibles en Aikido.
Una vez hecha la aclaración, nos
propuso, ya en suwari-waza y con el agarre de ryote-dori, que sin un
propósito de lucha y con los brazos extendidos, proyectáramos desde
nuestro centro toda la fuerza, a la vez que con un sutil cambio de
dirección consiguiéramos que las dos fuerzas confluyesen,
uniéndonos de esa forma al ataque en una perfecta armonía en la que
el tiempo y el espacio de ambos se fusionasen hasta el final de la
técnica, al igual que la mirada y la percepción se unen en una sola
secuencia, consiguiendo un todo armonioso, o lo que se puede
considerar lo mismo, un único movimiento.
Con esta idea como fundamento del
curso, siguió hasta el final del mismo, haciendo hincapié cuando
veía que perdíamos nuestro eje, en que reorganizásemos nuestra
posición y que nos reagrupásemos en nuestro centro, para que al
final, con esta reagrupación, consigamos que no sean nuestras manos
las que cojan, nuestros hombros los que empujen, ni nuestros codos
los que se estiren, sino que sea el cuerpo en su conjunto quien lo
haga, y siga al centro en sus evoluciones.
La tercera y última parte sería lo
que en rugby llamábamos el tercer tiempo. Una buena costumbre, que
en éste dojo procuramos no se pierda, la comida y su posterior
tertulia. En este tercer tiempo, el buen humor y el compañerismo
son bien visibles, así como el conocerse aikidokas de todos los
rincones de España y no pocas veces del extranjero. Desde nuestro
punto de vista, forma una parte tan importante del curso como la
puramente técnica.
Ya para acabar, agradecer a Javier de
María su pedagogía a la hora de la realización de sus cursos, su
proximidad para con todos, ese toque de humor que refresca el
ambiente y lo hace más saludable, y todo eso sin un ápice de perdida
de marcialidad y eficacia.
Julio Maestre
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